It’s been too long since I’ve written. My life has taken on too many changes, too many problems have come my way, and the little time I have left outside of work I use to help the asylum seekers I have grown to love passionately, and who are under attack, so fiercely, so wrongly.
What have we become as a nation?
My poems “Elegy to a Refugee Girl / Oda a una niña refugiada” will be published in a book entitled Detained Voices / Voces detenidas, edited by M. Montserrat Feu Lopez & Amanda Venta, from Sam Houston State University.
For Father’s Day, for World Refugee Day, which this year falls on Wednesday, June 20th, all fathers should be with their children; all children should enjoy, with their families, the freedoms afforded to those of us in the free world.
These are freedoms they seek, freedoms we are denying with impunity. Let us reflect, then, and act. I leave you with these thoughts while you read, in either English, or Spanish below…
Elegy to a Refugee Girl
The teacher collected the young child’s drawing.
Looking it over, she stared intently
at the little girl’s work:
she saw
a young child, separated by bars.
a large splash of crimson covering the trees she had drawn.
A larger lady in the background faraway,
brown on brown her hair falling wildly
on the page,
so that all she could see
were splashes of sepia with a little green
but much more blood red.
the wild woman seen in the image
had something shackling her ankle,
her face blotched with droplets upon her cheeks.
What did you paint, sweetheart?
the teacher slowly questioned
the young child with the immense, sorrowful eyes.
And the girl looked up, giant eyes tearing,
voice quivering,
repeating softly–
my mami, she whispered.
my mami was taken away.
She flew to the trees there, to the blue in the sky.
She was put in that carcel, you see?
but her spirit flew
like the birds when they soar through the sky, stormy yet safe.
And the teacher stared at the sanguine red, what seemed
to be the color of gore,
and again she gazed inquisitively at the child…
My mami is a rose,
and the wilderness in her spirit breaks free
as she wails for my papi, red blood screaming pain.
Me escondi, a stifled sigh to the teacher.
Tenía miedo…
I hid myself under the cama, the bed skirt muting
my silent shrieks
as I saw my papi’s red sangre spilling from him.
I stayed still and quiet under that bed
afraid they would see me,
those ugly green suits
taking my papi and hitting him, again and again,
so that he
became a scarlet jumble of pain.
my mami had no time to react as those ugly men
took her and threw her on top of me…
they did not know I was hiding under the bed.
But my mami knew, and she tried to be still
as the beasts tore into her, they ripped off her clothes, I think,
they strangled her cries, they heaved themselves
on top of her.
First one, then the other. Then a third.
My mami did not move.
I sang blue songs in my head and listened to the fairy birds
ringing out their tune of love, of my mami and papi
and their love for me…
It was a long time the men were there and my mami not moving.
But finally what seemed to hump and hump and hump again
stopped moving,
and the bad ugly men in their green army suits all splattered with red were gone.
I stayed under the cama, afraid to come out
afraid to have the red stain my hands, sink through my fingers.
so I crawled into myself, staying below.
But finally I felt some movement.
My mami came back from the skies
from the blue heavens with the loros singing…
she did not leave me, she stayed that rosa in the ground
for her baby girl.
my mami stumbled almost falling.
She lowered her body
crawling beneath that cama,
holding me, closely, loving me, touching me to make sure I was real
flesh and bone and not the red of my father,
the body limp without movement.
His eyes — I finally saw — were open wide staring blankly
at nothing. No heaven was open to his
rust stained drip
spilling all over the floor.
I knew my mami was hurt.
I knew it was hard to walk
but we took off, my mami and me,
and we traveled the death roads for heaven
thinking if we made it to el norte, good people would see us and
gather us into their embrace.
How strange it is that I am here in a school while my mami
is jailed for a crime she never committed?
For being forced by some bad bad men and she only trying to save me?
Why is it that others do not see mi dolor, my mami’s ache,
because I weep inside
like a salamander who hides in bright colors?
The teacher looked at my drawing again, then she looked at me.
I saw her face, too, blotched with droplets upon her cheeks…
Why does she cry like my mami? And will I see my mami again?
Why do these ugly men — now wearing blue suits instead of the green I despise —
take my mami away?
Why have they placed me in this escuela,
in this place with other sad children who
say nothing look at nothing feel nothing
because ellos también tienen miedo?
Please teacher, maestra, take me to my mami.
Don’t let her cry alone, por favor…
Don’t let her fly in that cell room forsaken,
let me be with my mami, please.
I don’t want to learn English,
I don’t want fine things if my mami is destroyed in your cell.
the young girl with the immense, sorrowful eyes
voiced long silent stabbings with her muted gaze.
You are killing me, not softly, not kindly, she uttered.
killing
killing
killing
killing
killing
Oda a una niña refugiada
La maestra recogía lo que había dibujado la niñita.
Al verlo, miró fijamente
el trabajo de su pupila:
observó en la página
una pequeña mocosa, separada del mundo por barras.
Una gran capa de carmesí cubriendo los árboles.
Una señora en el fondo lejano,
marrón contra marrón, su cabello salvajemente golpeando
la página.
Solo percibía
retazos de sepia con un poco de verde
y mucho más rojo de sangre.
La indómita mujer que contemplaba en la imagen
tenía un grillete encadenando su tobillo,
la cara manchada de lágrimas.
¿Qué pintaste, corazón?
La maestra preguntaba lentamente
a la pequeña pupila con unos ojos inmensos, tristes.
Y la chiquita levantaba su vista, ojos gigantes, sollozando,
su voz temblorosa
repitiendo suavemente–
mi mami… susurró.
Mi mami fue secuestrada.
Ella voló hacia los árboles allá, hacia el azul celeste del cielo.
A ella la metieron en esa carcel, ¿entiende?
Pero su espíritu se escapó
como los pájaros cuando se elevan hacia el cielo, tempestuosos pero seguros.
Y la maestra contemplaba el rojo sangre, lo que parecía
ser un monstruoso derrame,
y una vez más miraba a la niña curiosamente…
Mi mami es una rosa, decía,
y el desierto en su espíritu se libera
mientras ella llora por mi papi, dolor de sangre y llantos.
Me escondi… susurró un sofocado suspiro a la maestra.
Tenía miedo…
Me escondí bajo la cama, las sábanas cubriendo
mis silenciosos gritos
al ver la sangre escarlata de mi papi.
Me quedé quieta quieta bajo esa cama enorme,
con miedo que me sospecharan,
esos feos trajes verdes
atrapando a mi papi y golpeándolo, una y otra vez,
mientras él
se convertía en un caos de sangre y pena.
Mi mami no tuvo tiempo de reaccionar cuando esos feos hombres
la tiraron encima de mí, la raptaron …
no sabían que yo estaba escondida bajo la cama.
Pero mi mami sí lo sabía, y ella se quedaba quieta quieta
cuando esas bestias le arrancaban la ropa, cuando se la clavaban,
le estrangulaban sus gritos, se lanzaban
encima de ella
Primero uno, luego el otro. Después, un tercero otra vez más.
Y mi mami no se movía.
En silencio, yo cantaba canciones azules y escuchaba a los pájaros,
entonando su melodía de amor, de mi mami y mi papi
y su amor por mí …
Pasó mucho tiempo con esos hombres allí mientras mi mami no se movía.
Finalmente, lo que parecía cascar y cascar y cascar otra vez
dejó de moverse,
y esos grotescos, sus trajes de ejército salpicados de rojo, desaparecieron.
Me quedé bajo la cama, con terror de salir,
con terror de mancharme las manos de sangre, ese rojizo de muerte hundiéndose entre mis dedos.
Huí dentro de mí, enterrándome en las tinieblas de la noche.
Pero finalmente sentí algo de movimiento.
Mi mami regresaba de los cielos,
desde ese horizonte azul con los loros cantando …
ella no me dejó, mi mami; se quedó como esa rosa en la tierra
con su hija adorada.
Sin embargo, se tropezaba, casi caía.
Agachaba su cuerpo,
arrastrándose debajo la cama,
y me sostenía cerquita, amándome, acariciándome, asegurándose que era real,
carne y hueso y no el rojo de mi papi,
su cuerpo sin movimiento.
Sus ojos – finalmente los vi – estaban abiertos, mirando fijamente
a la nada. Ningún cielo quedaba abierto a su
goteo infinito, manchado de óxido,
derramándose por el suelo de piedra.
Sabía que mi mami estaba herida.
Sabía que era difícil caminar
pero igual nos escapamos, mi mami y yo,
y viajamos por los caminos de la muerte hacia el cielo,
pensando que si lográbamos llegar al norte, gente buena
siempre nos acogiera en su abrazo.
¡Qué extraño estando aquí en una escuela mientras mi mami
se encuentra en la cárcel por un crimen que no cometió!
Por haber sido violada y ella ¿solo tratando de salvarme?
¿Por qué es que los demás no ven mi dolor, el dolor de mi madre?
¿Por qué lloro dentro
como una salamandra escondida en colores brillantes?
La maestra contemplaba mi dibujo, y luego me miraba.
Yo notaba su cara también, sus mejillas manchadas de lágrimas …
¿Por qué llora la maestra igual que mi mami? ¿Y volveré a ver a mi mami?
¿Por qué esos feos — ahora de azul en lugar del verde que odio —
atrapan a mi mami y se la llevan lejos de mi?
¿Por qué me han puesto en este frío colegio,
en este lugar con otros tristes niños que
no dicen nada, no miran nada, no sienten nada
porque ellos también tienen miedo?
Por favor maestra, teacher, lléveme a mi mami.
No la deje llorar sola, oh please …
No la deje volar abandonada en la celda,
déjeme estar con mi mami, le ruego.
No quiero aprender inglés,
No quiero cosas buenas si mi mami cae destruida en su celda.
la niña con los ojos tristes e inmensos
anunciaba agotados silencios
apuñalando esa mirada apagada.
Me están matando, decía. No suavemente, no cariñosamente.
Me están…
asesinando
asesinando
asesinando
asesinando
asesinando
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